La nutrición materna e infantil
LA NUTRICIÓN
MATERNA E INFANTIL
¿Cómo estima su estado nutricional? ¿Qué le gustaría
modificar? ¿Eso favorecerá su salud?
En el estado nutricional de un individuo influyen tres
grandes categorías de factores –los alimentos, el cuidado y la salud− y una
nutrición adecuada requiere la presencia de los tres. Uno de los factores que interviene en el crecimiento
físico y desarrollo de un infante es la alimentación que recibe. Posiblemente
el menor haya nacido con gran potencial, pero si no es alimentado con los requerimientos
mínimos que su organismo necesita, no llegará a ser lo que sus genes auguraban.
La inadecuada nutrición de la madre antes y durante el
embarazo, así como la del niño, repercute negativamente en su desarrollo físico
y cognitivo. Por ello, la nutrición se considera como un factor de protección
prenatal, ya que la adecuada alimentación de la madre gestante es esencial para
el buen embarazo y futuro de su bebé.
La dieta materna, que debe ser equilibrada y rica,
actúa como primera línea de defensa contra el bajo peso al nacer (inferior a
2.500 gramos), así como contra distintos defectos de nacimiento que podrían
presentarse.
La nutrición y la salud de las madres influyen en gran
medida en el estado nutricional de los niños. Una mujer con bajo peso para la
altura o con anemia durante el embarazo puede provocar bajo peso al nacer y una
desnutrición continúa en sus hijos. Al mismo tiempo, la desnutrición materna
aumenta el riesgo de muerte materna durante el parto.
Es necesario subrayar que la madre requiere mantener
su adecuada nutrición cuando el bebé ha nacido, pues se enfrentará al período
de lactancia.
Lactancia materna
Si usted tiene hijos o hijas, recuerde cómo las
alimentaba mientras eran bebés. ¿Cuál era su principal alimento? Si no es padre
ni madre, pregunte a los suyos ¿cómo lo alimentaron mientras crecía? ¿Tomó
leche materna, pacha, atol?
La leche materna es un gran alimento, incluso previene
enfermedades en el bebé, puesto que a través de su leche la madre le “traslada”
defensas. Esta lo protege de enfermedades mortales a temprana edad, como las
infecciones graves, neumonía, sarampión o diarrea.
Este alimento se adapta a los requerimientos del bebé
y por eso sufre modificaciones a lo largo del período de lactancia. Por
ejemplo, el calostro, que es el primer líquido succionado por el neonato, es
distinto a la leche producida por el cuerpo de la madre unas semanas después (leche
madura).
El calostro, secretado por la madre durante los
primeros seis días, se produce recién nace el bebé y contiene pre-calostro
acumulado a lo largo del embarazo, así como leche. Esta mezcla tiene menos
grasa y lactosa que la leche madura, pero contiene más proteína. Se estima que el calostro juega un importante papel
para inmunizar al recién nacido, pues contiene más defensas (inmunoglobulinas)
que la leche madura.
La leche madura contiene básicamente lo mismo, pero en
diferentes proporciones. Por ejemplo, el calostro tiene más proteínas, pero la
leche madura contiene más grasas. Esto se adecua a las necesidades del desarrollo
y crecimiento del ser humano.
Según datos del Fondo de Naciones Unidas para la
Infancia (2009), la lactancia materna tiene el potencial de evitar 19% de
muertes de los niños y las niñas menores de cinco años. En la siguiente gráfica
(únicamente con fines ilustrativos) puede comparar la proporción de algunos
componentes del calostro y la leche madura. La energía se mide en calorías; lo
demás, en gramos.
Lactancia materna
exclusiva
Se habla de lactancia exclusiva cuando la madre no
ofrece a su bebé otro alimento distinto a la leche materna, ni siquiera agua
pura, atoles ni agua de arroz u otro. La Organización Mundial de la Salud (OMS)
la recomienda durante los primeros seis meses de vida, de manera que él o la
bebé tenga los nutrientes y defensas necesarias para alcanzar un crecimiento,
desarrollo y salud óptimos.
Naturalmente, la madre necesita alimentarse bien y practicar
hábitos higiénicos como limpiar su pecho antes de amamantar. De esa manera se
reducen las infecciones gastrointestinales. Transcurridos los seis meses de lactancia exclusiva es
recomendable complementar la lactancia con la ingesta de otros alimentos
nutritivos.
Nutrición del niño
y la niña
Conforme el infante crece, es mejor que mantenga una
alimentación variada que le permita acceder a los distintos grupos de
nutrientes. Una inadecuada nutrición o malnutrición puede reconocerse a través
del sobrepeso, de la obesidad infantil, o de la relación entre el peso y la estatura.
Unicef, en uno de sus informes puntualiza: El peso es
un indicador sensible de las carencias agudas, mientras que la altura captura
una exposición más crónica a las carencias y las infecciones. [...]
La nutrición inadecuada también puede manifestarse en
el sobrepeso y la obesidad, que por lo común se evalúa mediante el índice de
masa corporal. La desnutrición debida a la carencia de
micronutrientes, que está causada por la ausencia de vitaminas y minerales, se
puede manifestar a través de trastornos tales como la fatiga, la palidez
asociada con la anemia (carencia de hierro), la reducción de la capacidad de
aprendizaje (sobre todo carencia de hierro y yodo), el bocio (carencia de
yodo), disminución de la inmunidad, y ceguera nocturna (carencia grave de vitamina
A).
Una guía que puede servirle para saber qué
proporciones se recomienda consumir de los grupos de alimentos sugiere que se
consuma muy poca azúcar, dulces, golosinas y grasas (como el aceite, la
margarina, la manteca de cerdo).
En contraste, sugiere que se consuman suficientes
verduras, frutas, hierbas, raíces, y semillas. También menciona el necesario
consumo de granos como el frijol, maíz, el arroz; y cereales como el mosh o
avena y trigo.
Personas expertas en nutrición y que conocen el
contexto guatemalteco, diseñaron una guía alimentaria específicamente para
Guatemala. Se llama “olla familiar” y muestra gráficamente las proporciones recomendadas
de los alimentos a nuestro alcance.
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